jueves, 2 de julio de 2015

Hola y adiós.

He llegado, y es un punto.
Llegada a él, me he dado cuenta que es imposible ganar una cosa sin la obligación de tener que  perder otra.
No sé cuál sería la palabra para definir lo que se siente, diría tristeza, pero no es, diría pena, pero no es tampoco.
Todo consiste en un equilibrio. La vida es lo suficientemente inteligente para repartirte las cosas buenas en trozos pequeñitos y en diferentes períodos de tiempo para que no abuses, para que no te lo creas, para que valores cada una de esas cosas y también las que se van.

Para que llegues al punto que he llegado yo, donde no podrás soñar y hacerlo realidad al mismo tiempo, donde no podrás darle a nadie el mismo amor, donde no podrás levantarte tarde y aprovechar el día, donde no podrás ir de tapas por Granada y tomarte un café en Venecia.

Los caminos se ven iguales,  a veces incluso el más bonito es el que menos nos conviene, pero eso da igual.

Lo cierto es que nunca se puede tener todo, al menos no a la vez.

Pero te diré algo, llegada a este punto sé que no tengo mucho, pero sé que tengo más que nunca.

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