jueves, 25 de febrero de 2016

Dilema

De repente abres los ojos y te encuentras en el mismo lugar dónde siempre estás cuando abres los ojos.

Es tan divertido todo.
Y me pregunto qué hora es.

Me voy espabilando mientras me va entrando una fuerte sensación de que tengo algo muy importante que hacer.
Siento que llego tarde  a cualquier lugar, que he dejado plantada a cualquier persona, pero no, no he quedado con nadie para hacer nada en ningún sitio.

Dilema; cómo sacarle provecho a un domingo como hoy. Nadie quiere una caña ni jugar al monopoli y dudo que alguien esté dispuesto a ser retado en una partida de bolos, pero digo yo que a alguien le apetecerá otra cosa.

Y entonces es cuando vuelvo a entornar los ojos y me doy cuenta que la cama es el mejor plan para el último día de la semana.
Sueño que estoy en el asiento de un tren que huele a pétalos de rosa, rozando mi muslo izquierdo con el tuyo, sintiendo tu aroma de hombre, inundándome de tu olor, mientras observo al paisaje haciendo el amor con el viento, de la misma manera que yo te lo haría a ti.

Te miro de reojo y puedo sentir tu respiración.

¿Dónde vas? me pregunto.

Quién me iba a decir a mí que pedir ventanilla me traería estas consecuencias.

Baja de aquí muy tarde, conmigo o después, que ahora un poco de trayecto sin ti, me resultaría absolutamente desagradable, hasta el punto de sentir que esas rosas del principio ya se marchitan.

Perdón si te rozo demasiado, es el instinto, ya sabes.
Y por una caricia que más da que no me conozcas.

Hasta la vista, hasta el domingo que viene.