martes, 4 de agosto de 2015

A lo lejos

A lo lejos escucho una voz.
Mientras la escarcha inunda mi vestido del mismo color que tus ojos esperanzados.
A lo lejos sé que me amas.
Y suena suave, muy suave la canción de la que te hablaba.
A lo lejos retumba esa voz aterciopelada que deja de serlo cuando tú te enfadas.
A lo lejos mis zapatos nuevos se dan un baño cuando tú respiras aire contaminado por mi sudor, y seco por tus lágrimas no derramadas a tiempo.
A lo lejos sencillamente solo estás.
Al menos para mí.
Dime si hay algo más que no haya visto ya.
No me quedan ganas de descubrir y menos de buscar.
A lo lejos harás conmigo lo que yo creía que harías cuando sin quererlo me enseñaste a amar.
A lo lejos te siento un poco más cerca que cuando no estás.
Un poco más cerca ahora que me has hecho otra vez llorar.
Y dirás que son cosas mías.
Que ni de lejos era lo que querías.
Y a lo lejos una señal me inunda las ganas de correr a escribirte una vez más, para decirte bien claro que: a lo lejos.
Así hemos de estar.

Color

Opaco.
Oscuro.
Intrigante.
Sé que nadie se fía de ti porque pareces mala gente, y solo te quieren cuando ellxs también pretenden serlo.
Y sin embargo, yo pienso que eres lo más puro, lo más sincero y es por ello que, aparte de que me niego, me es imposible mirarte negativamente.

Ya sé que eres tímido. No te gusta que hurguen en ti, que vean lo que tienes en tu interior. Y si hay algo que de ti no le gusta a la gente, es tu poca transparencia.
Pero al menos nunca les mientes, ni les ilusionas. 

Yo considero que estás desnudo para mí, para todxs lxs que sin darnos cuenta, un día aprendimos a mirarte.
Para nosotrxs, que en algún momento vimos reflejado el color negro en nuestras pupilas.

Él

Si me hablan de escuela yo solo pienso en mi abuelo.
Él fue quien me hizo reir hasta que más no se pudo.
Le quise incondicionalmente, porque era de las pocas personas que me regalaba su tiempo, de las pocas personas que sabía de qué manera estrecharme en sus brazos.
Me acariciaba la mejilla con un gesto paternal, tierno y único.
Pudo entenderme y aconsejarme,  reñirme y consolarme, protegerme y preocuparse como si dependiera de mí.
Yo, irremediablemente, le adoro.
Nunca pedí nada a cambio cuando le daba mi cariño, aunque recibía mucho.

Imagino que en la vida, los amores incondicionales se pueden contar con una mano. Si tuviese que contar su amor, me ocuparía ambas manos, por su gran querer, por su sincero querer.
Siempre estará en mi corazón.
Le recordaré en cada paso que de en mi vida.
Pensaré cuales podrían ser sus consejos.

Sin mas vueltas ni explicaciones.
Abuelo, solo eso.
Le añoro.