miércoles, 6 de marzo de 2013

Deportes de riesgo.

Aquel triple salto mortal que enlazó tus dedos en mi pelo han hecho que desde entonces me pique el corazón.
Ese tirabuzón que unió nuestras lenguas mojadas de lascivia crearon espasmos en mi cerebro.
Aquella caída libre de mis manos sobre tu cuerpo me llevaron a un éxtasis profundo que aún puede hacer el intento de saciarme.
Nadar en tus ojos fue recorrer todos los oceanos y además disfrutar de los paisajes que los envuelven.
Correr sobre tu cama aún me chasquea los oídos.
Cuando pienso en aquel pase con la izquierda que hicimos de placer , llevado desde mis labios hasta tu garganta, puedo notar un latido, un bombardeo en las sienes por las que navegas sin remedio, y caer al vacío de mis sentimientos, era lo mínimo que me podía pasar.
Pero no creo que sea hora ni deba lamentarme.
Aprendí a hacer deportes de riesgo contigo y sobre ti. Aprendí que no existía el rendirme ni el decir que eso no podía hacerlo.
Tú eres el mejor riesgo que podía haber y yo una arriesgada que no teme a seguir, que no teme a volver a hacer la maratón por ver un te quiero sincero en tu boca.
Que más da el riesgo, si siempre dijeron que el fin justificaba los medios, y si mi fin siempre has sido tú, cualquier medio me vale con tal de arriesgar contigo todo lo que sea necesario, cualquier cosa que se cruce ante mi camino me dará igual, porque de nuevo quiero tirarme desde lo más alto sin tener miedo a no caer sobre ti, porque si no es así, que más dará mi destino, que más me dará a mi donde caer. Si ya no estaría arriesgando todo por amarte de repente sin que te des cuenta.

Déjate de bobadas y vivamos arriesgando cada sentimiento solo por el amor que me une a practicarte, por el amor que me une a entrenar de tu arriesgado deporte.
Arriesga tu cuerpo en mis manos. El riesgo que corre es unicamente ser lamido, como si se tratase de un dedo al que acabo de impregnar en miel.

martes, 5 de marzo de 2013

Contigo me basta.

Me bastó verte para quedar impregnada de tu belleza.

 Me bastó conocerte para comprender el amor.

 Me bastó compartir mis cosas contigo en unas horas.

 Me bastó besarte para entender la delicadeza de un beso bien dado.

 Me bastó una caricia, para enloquecer, conocer la suavidad de una piel malhumorada por quien la dejara así.

Me bastó una sonrisa para serte graciosa y atractiva.

 Me bastó tu número de móvil para atreverme a verte.

 Me bastó tu mirada, para perderme en un mundo imperfecto que me hacía feliz por instantes.

Me bastó que me amaras en aquel rato para estar satisfecha.

Me bastó una cena contigo, para conocer un poquito tu vida.

Me bastó que me desearas y sentirlo terriblemente.

Me bastó ver tu cara para aprender de lo bonito, de lo perfecto.

 Me bastó conocerte, por aquel entonces no pedía nada más.

Pero ahora me he vuelto un poco inconformista, llámame caprichosa, o mejor, exigente.

Pero ya no me basta con una mirada, ni una caricia, ni una cena, ni nada que pueda durar un instante.

Ya no quiero ratos ni horas, solo quiero eternidades, no me apetece amarte por momentos, ni sentirme así.

Hace tiempo que dejé atrás las medias tintas, y ahora es cuando quiero toda una vida contigo.

Amándote hasta morir de dolor, amándote esperando lo mismo a cambio.

Sin nada que pueda anteponerse, y sin que el reloj te meta prisa.

Me da igual no llevar llaves de casa, que quiero quedarme aquí, a tu lado, viendo el mundo girar sin que me importe.

Que no me basta ya nada que no me sacie, quiero saciarme contigo, saciarme de ti, e iluminar tu vida con la mía y hacerte reir hasta llorar.

No me basta con nada que no sea contigo, con nada que no sea para siempre, y me atrevería a decir, si todo esto diese un vuelco, entonces si que me atrevería a decir que contigo me basta.