viernes, 1 de agosto de 2014

Ojos

Negros.
Almendrados.
Verdes.
Rasgados.
Pardos.
Redondos.
Marrones.
Achinados.
Azules.

Cada forma y cada color te personaliza, te define, cada manera de mirar, cada guiño de ojos te delata, y cada mirada desvela un secreto.

Siempre me decanté por ojos oscuros, marrones, casi negros, las miradas profundas, esas que te remueven todo. Esas que te hablan, que te chillan, miradas que sonríen, miradas que te visten, que te desnudan, que te observan, que te analizan, miradas que provocan, miradas que acarician.

Hay ojos que te besan, hay ojos que te hacen el amor, ojos que te envuelven, que te abrazan, que alumbran.
Hay ojos que son poesía, miradas que son relatos, formas que son cuentos, y colores que son canciones.

En cualquiera de los casos, si algo aprendí de la vista, es que muchas veces va unida desde la distancia al tacto. Si algo aprendí de los ojos, es lo poco que a veces necesitamos la lengua.

Es por ello, que hace tiempo vengo observándote, hace tiempo que mirarte se ha convertido en uno de mis mayores placeres, hace tiempo que te vengo haciendo el amor con mi mirada.

Y lo mas bonito, lo que más me gusta de todo esto, es que en tus ojos veo como lo disfrutas, y eso, ahora mismo me llena más que cualquier otro contacto físico.

martes, 29 de julio de 2014

Imaginación.

No me digas que tú no has soñado alguna vez con ser un pájaro.

Más grande o más pequeño, más o menos bonito, ser un pájaro en definitiva, sin pedir nada más.

Yo lo he soñado cientos de veces.

Crear mis propias autovías, formar mis propios caminos, haciendo el trayecto que más me convenga, sin importarme el destino.

Cruzar por encima de tierra o mas sin tener miedo a caer, atajando cuanto me de la gana y sin necesidad de parar a tomar un café porque se me cierran los ojos.

Disfrutar desde ahí arriba de todos los paisajes que voy dejando atrás, mientras me cruzo con otros de mi especie, con los que únicamente me comunicare a través de una pacifica melodía  que saldrá de mi minúscula boca.
Desde ahí arriba podré observar cada rincón, posándome sobre la rama de un árbol, o simplemente mirando mientras avanzo en mi camino.

No habría que cruzar puentes, ni muros, ni tendría que pagar peajes. No habría controles de alcoholemia ni me multarían por no llevar el cinturón.

Únicamente me dirigiría a un lugar conocido o no, elegido o no, eso da igual.
Sería como permanecer de por vida en el autobús que de pequeña me llevaba a las excursiones, era donde mejor lo pasaba.
Cada noche, elegiría dormir en un lugar distinto, rodeada de nuevos climas y aromas.

Y cuando llueva, simplemente volaré más alto que las nubes, allí donde nadie pueda encontrarme. Me esconderé detrás de algún rayo de sol tímido,  por si alguien me pide cuentas. Ahí me quedaré, aislada de todo lo malo que pueda ocurrir y hasta que acabe la tormenta, esperando un nuevo arcoiris en el que me sumergiré feliz. Envuelta en los colores de la vida, envuelta en la felicidad de ser completamente libre.
Cuando todo se desvanezca y caiga la noche, me acercaré a la Luna para decirle algo que siempre pensé de ella, lo preciosa que es.
Igual estando ahí arriba consigue oírme y tal vez, me regale una cálida sonrisa, o un acariciante guiño, que sé yo.

Revolotearé por esa tenue luz, como si fuese el último día que tengo alas.
Cantaré toda la madrugada para que me escuchen los gatos  acunados en tejados viejos de casas con chimeneas oscuras, sintiendo frescor en mi cara, la pureza que envuelve el cielo, y todo lo que esconde este enigmático universo. Ese que tiene la manía de dejarme la mosca detrás de la oreja todas las noches.
Si pudiera, volaría tan alto que besaría cada una de las constelaciones que se dibujan en ese techo que no me deja escapatoria por infinito que sea, pero, ya sabes, de momento no tengo alas, y tengo que conformarme con otras cosas.

Viajar en tren, observar el arcoiris desde mi ventana, calentarme bajo el sol un día de mayo, escuchar la lluvia desde mi cama, besar con mis ojos la Luna y soñar cada noche que por lo menos un poquito, en alguna ocasión, me siento tan libre, que puedo echar a volar algo, mi imaginación.

Correspondencia.

No es cuestión de elegir ni de buscar, no es tampoco cuestión de encontrar ni de descartar, nada que ver tiene el hecho de mirar y ver, de tocar y por casualidad sentir, de amar sin pensar y de besar sin besos pedir.

Porque yo no elegí hacer nada de esto contigo, yo ni siquiera me planteaba el por qué del sabor de tus labios, ni me paraba a pensar en el por qué del color de tus ojos, no le daba vueltas al hecho de sentir de tal manera tus manos en mi abdomen, ni le busqué explicación al tono de tu voz. 
Solo me dejaba, me daba el capricho de dejarme querer por tu cuerpo, de dejarme amar por ti, y de esta manera, involuntaria, loca, apasionada, te correspondía.

Tal y como haré siempre.

jueves, 9 de enero de 2014

Me da miedo pensar que se puede sentir más.

Te miro y no puedo hacer nada más que eso, mirarte y embobarme ante lo más grande que tengo en mi vida, haciendo de tripas corazón y afrontando esta puta realidad que me destroza. 
Bajo este techo, le dedico cada segundo de mi vida, a ella, a quien me la dio y me cuidó, de la misma manera que yo la cuido ahora.
Me pregunto si se puede sentir más y me da miedo pensar que sí.
Ni el amor, ni el dolor, nada puede superar ahora lo que siento, sé que es completamente imposible.
Te quiero mamá, y nunca te abandonaré, hasta en tu último suspiro te voy a cuidar, y mimaré tus manos, y tus ojos, te voy a amar de aquí hasta que se me trunque la vida.