lunes, 4 de diciembre de 2017

Tortura.

Hacía tiempo que no venías a verme de madrugada. Creía que te habías olvidado de mí.
Te gusta torturarme con aquello que en este presente aún me roba el sueño.
Y es que tengo prisa de ti, quería disfrutar del lujo de ver salir el sol por tu cuello, hasta iluminar todo tu cuerpo.

Pero es que estaba tan calentita en la cama, que pensé que estabas a mi lado. Sorpresa la mía al verme congelada cuando me di cuenta que estaba sola. Es por ello que me pregunto si este verano estarás conmigo para bañarnos juntos al despertar, entendiendo así, que has pasado toda la noche a mi lado, y entonces no darte los buenos días, dártelos espectaculares.

De la misma manera que no puedo darte las buenas noches si lo que quiero es compartirlas contigo, ni desearte dulces sueños, cuando lo único que deseo es darte sabrosas realidades.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Invierno.

Hola.
Después de varios meses sin dar señales de vida por aquí, he vuelto.

El invierno está malhumorado. No quiere oír hablar de tiempo estable.
Comienza la guerra con las estufas, pero ya sabéis quién va a salir ganando.

Acabamos quitando la calefacción. O bien por lo que consume o por el dolor de cabeza que provoca.
Solo me queda aguantar con estas manos y pies perdiendo la guerra.

Estoy helada, y os juro que meterme el pantalón por dentro de los calcetines no me hace nada.
Hace tiempo que vengo tiritando por no tener tu abrigo, y moriré congelada.

Da igual que sea invierno o verano, el caso es que sin ti hay escarcha en mi piel y tengo que ponerle cadenas a mis piernas, piernas que se resbalan al llegar a cualquier cuesta dirigida hacia un nuevo corazón.
Es lo que tienen los cambios de estación.

Llueve, y como siempre no a gusto de todos.