lunes, 30 de noviembre de 2015

La hora exacta.

Cuando mi almohada llora me es inevitable sentir pena por sus lágrimas, de esta manera se convierten en mías

Y no encuentro la manera de limpiarme aunque tenga un pañuelo a mano.
Y nada cesa.

El colchón se tumba desesperado boca arriba sin querer mirar el mundo.
Puedo escuchar los sollozos de su interior y siento sus hierros del alma fríos como la nieve.

No me deja moverme, es él quién me ata a la cama todas las noches.

Precipitada miro el reloj, reloj que lleva meses parado, reloj que siempre marca la misma hora.
La hora exacta.
El momento preciso. Ese que nunca encuentro para empezar a dormir, y me pregunto si ésta será una de esas noches que añoro.
Una de esas noches en las que podía soñar, aunque luego no me acordase de nada.

Al final siempre tengo mil sueños que recordar y mil realidades  que se intentan borrar.

Shhh. ¿Te leo este cuento o nos dormimos ya?

En horizontal

Sentada en la arena de la playa dejo que mis ojos se pierdan en esa línea lejana que me hace preguntarme si es mayor lo que esconde que lo que muestra.

A través de ese agua puedo adivinar mil cosas, desde el azul verdoso más celeste, hasta el azul más marino.

Mis ilusiones.
Mis sentimientos.
Mi esperanza .

Todo se oscurece conforme adentro mi mirada, de la misma manera que lo hago yo.

Mucha gente ha cruzado el mediterráneo, a muchas personas les daba miedo viajar en barco, otras disfrutaban de un bonito crucero.

domingo, 29 de noviembre de 2015

ENERO

Esta mañana al despertar me he dado cuenta de una cosa.
Tengo motivos suficientes para admirarte cada vez que abro los ojos, y solo sé amar si se trata de amarte a ti, porque hueles a sueños, a todo lo que anhelo. Sabes a melodía de ternura, a amor.
Porque siempre quiero contemplar contigo el siguiente minuto, sintiéndome dichosa por estar a tu lado.
Quererte es vivir, y no quiero empezar a recordarte jamás. No quiero castillos ni fuegos artificiales. Quiero ahora, y ahora es mucho, besarte sin que el mundo se mueva, lleno de envidia.

Reconozco que temí, reconozco que todavía temo, pero ojalá bastase con mirarte para relajarte, porque te lo ofrezco todo envuelto de dulzura.

Sin ti las fotos no tendrían color, y todos los ruidos estarían callados.
Si me preguntasen de que color es este sentimiento, diría que el amor no entiende de colores.

Quiero ser el levantar de tu ceja derecha todos los días de mi vida, sentir el sudor de tus manos, escuchar tu risa inesperada, ser tu sueño cuando te venza el cansancio.
Quiero sonar a tú música y a tu silencio, quiero ser tu prisa y tu calma, ser tu tiempo, y sentir también a destiempo tus besos.
Quiero ser tu agua en verano, recrearme en la curva de tus labios, en la suavidad de tu piel, en la perfección de tu espalda.
Quiero descansar en tus dedos, acariciar tus brazos.
Quiero secuestrarte amor,  y no pienso pedir rescate.