martes, 1 de diciembre de 2015

Estados y estaciones.

En algunos momentos he sentido que mi cuerpo divagaba sin sentido por cualquier lugar.

De esos días que te despiertas con la necesidad de mirar el calendario para ver en que día del mes te encuentras y comprobar que los meses se solían pasar volando cuando estaba bien.

No quiero ponerme melancólica, pero de un tiempo a esta parte siento un frío que me congela. Aunque digan que es el invierno más caluroso desde hace siglos, será por eso que siento más tu frío y no lo confundo con la navidad, como otros años, que no sabía distinguir si se traba de la estación o de ti.

Lo cierto es que las personas calientes nunca pueden derretirse con un abrazo.

Esa es la ventaja de ser más fría que el hielo, que yo con tu mirada, me vuelvo agua, que yo contigo paso a otro estado.

No me importa que no me leas, ni siquiera me importa que no te acuerdes de mí.
Hace tiempo que cuento con ello y la verdad que no espero nada, ya no espero de ti, lo que un día tenía contigo. Ya ni si quiera lo necesito. Pero me gustaría que supieras que las flores, por muy bellas que sean, si no las riegas se mueren, que los pájaros vuelan sólo cuando brilla el sol y eso no quiere decir que les hayan extirpado las alas al florecer la tormenta.
El arcoíris sale después de la lluvia.

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