martes, 24 de septiembre de 2013

No deberías haberte molestado.

Aquella señora que siempre me deja pasar colándome en el súper por el hecho de llevar una simple botella de aceite  de oliva virgen extra.
No deberías haberte molestado.
Iban a cobrarmela igual, antes o después, y yo no iba a dejar propina de ninguna de las maneras.


Aquella vecina que me trae a casa una carta que se ha encontrado en el rellano de su escalera, en la que ponía mi nombre como destinatario.
No deberías haberte molestado.
Esa carta solo me ha traído malas noticias.
Esa carta no veía conveniente llegar a mis manos, al menos de momento, y tú, querida, no tienes otra cosa que hacer que ir cogiendo papelitos del suelo.


Ese que me invita a un chupito después de una comida en un buen restaurante, ¿ahora tengo que agradecérselo?

Ese chupito no es gratis, ese chupito va camuflado en la cuenta, ese chupito y un par de botellas.

Aquel hombre que me piropeó mientras andaba por la calle.
No debería haberse molestado.
Yo no pensaba devolverle siquiera una sonrisa, ni un guiño de ojos, ni me iba a pasear la lengua entre los labios, ni nada parecido.
Y más que subir la autoestima, hay ciertos piropos que te la bajan.

Esa que me dijo que había adelgazado, creyendo que eso me halagaba.
 No debería haberse molestado.
Yo siempre pensé que no hay nada más bonito que una mujer  con curvas.

Hay gente que ni come ni deja comer y hace cosas sin sentido creyendo que hacen bien.

Que todo el mundo comience a mantenerse al margen de mí, que me viene importando bien poco estupideces tales como éstas, y esto solo ha sido un light resumen.

Tengo paciencia.
 Sé que cartas están por llegar.
Cuando quiero un chupito yo me encargo de pedirlo.
No necesito piropos.
Y tengo varios espejos hermosos rodeando toda mi casa.

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