domingo, 29 de noviembre de 2015

ENERO

Esta mañana al despertar me he dado cuenta de una cosa.
Tengo motivos suficientes para admirarte cada vez que abro los ojos, y solo sé amar si se trata de amarte a ti, porque hueles a sueños, a todo lo que anhelo. Sabes a melodía de ternura, a amor.
Porque siempre quiero contemplar contigo el siguiente minuto, sintiéndome dichosa por estar a tu lado.
Quererte es vivir, y no quiero empezar a recordarte jamás. No quiero castillos ni fuegos artificiales. Quiero ahora, y ahora es mucho, besarte sin que el mundo se mueva, lleno de envidia.

Reconozco que temí, reconozco que todavía temo, pero ojalá bastase con mirarte para relajarte, porque te lo ofrezco todo envuelto de dulzura.

Sin ti las fotos no tendrían color, y todos los ruidos estarían callados.
Si me preguntasen de que color es este sentimiento, diría que el amor no entiende de colores.

Quiero ser el levantar de tu ceja derecha todos los días de mi vida, sentir el sudor de tus manos, escuchar tu risa inesperada, ser tu sueño cuando te venza el cansancio.
Quiero sonar a tú música y a tu silencio, quiero ser tu prisa y tu calma, ser tu tiempo, y sentir también a destiempo tus besos.
Quiero ser tu agua en verano, recrearme en la curva de tus labios, en la suavidad de tu piel, en la perfección de tu espalda.
Quiero descansar en tus dedos, acariciar tus brazos.
Quiero secuestrarte amor,  y no pienso pedir rescate.

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